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Publicado en el Blog de El País, Mujeres (11 de octubre de 2012)

Independientemente de su forma de pensar, de su juicio, y de su ideología, Margaret Thatchercambió el rumbo de la historia de las mujeres en la política. La Dama de Hierro, así la llamaban por su fuerte oposición a la Unión Soviética. Una mujer que ha sido protagonista en decenas de libros y protagonista también de la película bajo la dirección de Phyllida Lloyd y bajo la destacadísima interpretación de la mejor Meryl Streep.

La Thatcher era ambiciosa, mucho. Y sus reiterados errores la llevaron hacia la más absoluta soledad, el cáncer de un líder. Pero allá por el 20 de septiembre de 1988, en la ciudad de Brujas, pronunció unas palabras en relación a Europa. Una Europa que no era esta, la que debate acerca de un supuesto rescate total a España. Una Europa que no sólo era Alemania, y ni mucho menos Merkel.

“Los británicos somos herederos del legado de la cultura europea como cualquier otra nación”

Las palabras que más repitió la primera ministra en ese discurso fueron Europa, comunidad y  libertad. También habló de justicia, de contribución y de cooperación. Palabras que hoy podríamos oír de boca de nuestros líderes una y otra vez sin creerlas. A pesar de la dura crisis económica que estamos atravesando. Sin embargo, aunque escuchemos de manera repetida esas palabras, ya han nacido sentimientos negativos en lo más profundo del ser de un ciudadano: desconcierto y desconfianza.

“No deberíamos olvidar que los valores europeos han ayudado a hacer de Estados Unidos un valiente defensor de la libertad como ellos la obtuvieron” ¿Lo hemos olvidado ya?

Quizás, como también se ha olvidado que… “la Comunidad Europea pertenece a todos sus miembros”.

Gran Bretaña siempre ha andado sola en este camino, a su manera, al margen, o quizás al lado del río sin mojarse demasiado. Querían marcar la diferencia. Y Thatcher ya lo avisó:“Nuestro destino es Europa, como parte de la Comunidad. Pero esto no significa que nuestro futuro esté sólo en Europa”.

Fue una mujer quien lo dijo, a pesar de que luchaba por intereses propios con absoluto liderazgo. Pero fue ella quién advirtió del verdadero compromiso de esta unión. Una unión que hoy anda a la deriva esperando la voz más fuerte, no la de todos en plena coordinación: “Soy la primera en decir que uno de los grandes retos de Europa debería ser hablar con una sola voz”.

 

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ÁNGELA PALOMA MARTÍN | Madrid

A Dios rezando un instante. O mucho tiempo. Sólo ella sabe si estaba rezando…

El pelo lo llevaba Angela Merkel como siempre, sencillamente peinado mientras las mechas más claras sobresalen sobre su frente. Esas cejas pequeñas, expresaban lo justo y necesario. Así, caídas, lo justo y necesario. Ya las arrugas asoman en su rostro, en sus ojos. En esos ojos que no miraban hacia delante en ese instante en el que ella anunciaba lo peor, o lo mejor a largo plazo, según se mire. Porque todo es cuestión de cómo cada cual lo mire. Pero ella no miraba en ese instante. Sus ojos hacia abajo clavó como quien observa el quehacer de una mosca con detenimiento. Y su boca es todo un poema, o un poema necesitaba ella para que lo anunciado sonase más romántico, mejor, quién sabe. Difícil hacer suave el mensaje de los recortes de toda una Alemania. Así es, de toda una Alemania. Y qué decir de su boca, de esos labios rojos a punto de moverse. Sin duda, los pliegues de su boca parecen perdurar toda una vida como cataratas escurridizas que se han alojado ya en su rostro sin ganas de desaparecer. Pero, ¿cómo van a desaparecer? No. Y menos ahora que no quiere quedarse sola.

A Dios rezaba en ese instante, o vete tú a saber a quién rezaba mientras lo anunciaba. Tenía las palmas de sus manos juntas, alzadas justo en frente de ese gesto incuestionable que hace el rostro. ¡Qué cosas dice el rostro! No dicen sólo cosas. Lo dicen casi todo. Casi todo comunica el rostro en un instante. Y las manos no las separó, las necesitaba para decirlo, para hablar, para comunicarlo. Para lanzarse y desahogarse.

Y puede que a Dios rezase. O pidiese al devenir del tiempo. O a ese amigo galo con quién discute y luego se reencuentra a escondidas como enamorados. Discute y luego se reencuentra. Juntos no funcionan. Imposible. Y ella lo sabe. Pero vivir separados sería surrealista. Tampoco viable. Ellos lo saben.

De modo que ahí está, quieta de rojo, rezando. O esforzándose. O dudando de esta Europa que sale y que no sale, que sale y que no sale de este pozo maldito…

¿Dudando? Puede, como dudamos todos de esta Europa. Pero sí comunicándolo todo en ese instante.

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La Cumbre del G-20 en Londres ya ha arrancado oficialmente. No obstante, ha sido un arranque tenso. Las diferentes posturas de los líderes mundiales y de los ministros de Economías y Finanzas están marcando la agenda económica. Dos frentes abiertos son los que están protagonizando la reunión. Por un lado, el eje franco-alemán que no ve soluciones en la inyección de dinero público y, por otro lado, la tendencia de Estados Unidos y Reino Unido que ven la solución en las inversiones para evitar el hundimiento.

 

José Luis Rodríguez Zapatero, presidente de España, a petición de Gordon Brown, ha asumido su papel de mediador en esta cumbre. Tiene la tarea de fomentar las relaciones de Estados Unidos con las dos potencias europeas, Francia y Alemania. El objetivo será alcanzar un acuerdo entorno a la regulación de los mercados financieros aunque la Administración del nuevo presidente norteamericano, Barack Obama, defiende la adopción de medidas fiscales.

 

¿Cómo piensan que acabará esto?

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