EL pasado miércoles en la tertulia de Líderes en Gestiona Radio aposté por lo que bauticé la “batalla Fernández” cuando Rubén Gil nos preguntó sobre la contienda asturiana que dará lugar mañana 25 de marzo (#25M) al hilo también de Andalucía. Probablemente Francisco Álvarez-Cascos se equivocase al convocar elecciones después de fracasar en su intento por consensuar los presupuestos con el resto de fuerzas políticas. O quizás no, eso lo sabremos mañana con certeza. Sin embargo, los 45 escaños parecen repartírselos entre el PP de Mercedes Fernández y el PSOE de Javier Fernández, este último concebido como la gran esperanza de los socialistas si Griñán pierde rotundamente en Andalucía, como así vaticinan las encuestas.
El “relato del miedo” ha sido lo más escuchado en Asturias por el PSOE aludiendo a las medidas impopulares de Mariano Rajoy, algo que ha funcionado bien, pero que en este momento y, a pesar de la crisis, por el desgaste social no está teniendo mucho calado. Foro Asturias aboga por el “cambio seguro” haciendo un llamamiento puerta a puerta, un lema del PP en el resto de Comunidades a pesar de que no quiere nada con ellos y a pesar de que la lucha interna ha hecho aflorar los sinsabores de un líder desencantado y enfadado con el Padre, de rebeldía y pataleta. La líder del PP nombrada por Génova dice ser “diferente”, justo lo que Asturias necesita, según ella. Y por eso ha optado por la palabra “compromiso” en su campaña. Una palabra que también ha funcionado bien el algunas campañas frente al lema de la “promesa” de los rivales. Y Jesús Iglesias, de IU, quiere el Estado del Bienestar aunque ni él ni Javier Fernández anuncien públicamente de dónde recortarían para mantenerlo.
Y a esto se enfrenta mañana Asturias. A dos partidos en la derecha que nada y todo tienen que ver, «que si no me quieres me voy yo solo…» Y dos partidos de la izquierda que quizás se necesiten para Gobernar en caso de conseguir los 23 escaños suficientes entre los dos. Javier quizás sea no la esperanza que le queda al PSOE sino la única esperanza… A menos que Cascos sorprenda en la batalla Fernández y de el último golpe. Y será entonces cuando tendremos que pagarle a Rubén Gil ese café prometido…