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De Cerca

Firma de opinión en Cadena SER. 25 de marzo de 2025

Levantarse un día cualquiera, mirar por la ventana y sumar un día más de lluvia. Ponerse la bata, hacer café, recoger una cocina envuelta en la cena del día anterior, leer las noticias y comprobar, un día más, que las preocupaciones diarias, como renovar el carné de conducir, preparar las clases de la Universidad del próximo viernes o hacer la compra, son menos preocupaciones. La Unión Europea nos pide, de buena mañana, que tengamos “suministros de emergencia por si hay una crisis climática o una guerra”.

La distopía, según la Real Academia Española, es la “representación ficticia de una sociedad futura de características negativas, causantes de la alienación humana”. Hay muchos libros distópicos que se han atrevido a adelantar lo que puede perturbar el orden lógico, aparentemente normal, de nuestras vidas. Y mientras hay quienes ensalzan las gracietas de líderes como Trump, Putin o Netanyahu a través de los vídeos que nos dejan hipnotizados por horas en las redes sociales, se teje en los despachos de la opacidad la regresión a un mundo que nuestros abuelos conocieron, algunos sobrevivieron y que debería protagonizar nuestras pesadillas.

La conciencia de algunos chicos, como diría Andrea Fernández, “tío, blanco, hetero”, rebufa odio hacia la paz, la tolerancia y la diversidad. Han decidido que son enemigos de no se sabe muy bien qué, y que están en contra de todo lo que ellos no representen. Por suerte, son solo algunos. Pero esos algunos hacen demasiado ruido como para no infectar o contaminar.

Cuesta creer que los algoritmos hayan idiotizado nuestra capacidad crítica, y que las conversaciones en los bares de nuestra tierra sean “qué rico es el hijo de Elon Musk, mira cómo le da manita a Trump”.

Solo un apunte. Si Europa se “rearma”, si está trabajando para garantizar la seguridad de todos los europeos, no es por la dulzura que proyecta ese niño rubio, jugueteando en el despacho oval, sino por las consecuencias de líderes autoritarios que se unen y que construyen, bajo la red de nuestros sistemas democráticos, el mundo que viene.

Ser consciente de ello y críticos con ellos debería llevarnos a la siguiente pregunta: ¿lo vamos a permitir?

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Publicado en el monográfico de Beers & Politics, el 11 de noviembre de 2017

Europa impacta en nuestras vidas. Todos los días. Leo artículos de hace dos, cuatro, seis años… y pienso que están escritos hoy. Vuelvo a leer palabras de Soledad Gallego-Díaz de 2008 y nada ha cambiado, sólo se ha movido algún que otro dato. Volvemos a cometer los mismos errores porque, al leerlos, hoy, creemos no haberlos cometido jamás. A veces sólo nos queda la hemeroteca para comprobar que nada de lo creemos es verdad. Aunque una cosa es lo que pasa y otra cómo nos lo cuenten, o lo contemos. Estas palabras son un buen ejemplo de ello, ¿no?

«La UE combate la máquina de propaganda del Kremlin», «la UE planea prohibir la vente de armas a Venezuela». Combate, prohíbe… Pero también «logra acuerdos», «eleva previsiones» … Titulares. No son más que titulares que los ciudadanos leemos sin saber muy bien qué significan o en qué nos afectan. Pronto nos llamarán de nuevo, pronto a votar. ¿A votar qué? ¿A quiénes? Empapelarán calles, las noticias de Cataluña pasarán a un plano europeo y veremos caras conocidas y caras nuevas que siempre estuvieron pero que no sabíamos que estaban. Votamos… ¿para qué? El 45,58% de los españoles que estaban llamados en 2014 fueron a votar. La abstención superó el 54% pero se participó más que en 2009 y se superó la media europea.

Lo que pasará el próximo año es impredecible con la situación política que atraviesa el país porque los medios de comunicación no cuentan el impacto de Europa en nuestras vidas, sino lo que decide Europa en el cumplimiento de su agenda. La realidad es que no hay política sin comunicación. Por eso mismo se entendía poco que Carles Puigdemont hubiese viajado a Bruselas. ¿Podía? ¿No podía? ¿Podía ser arrestado? ¿Quién gobierna Bélgica? ¿Por qué Bruselas? ¿Por qué la crisis política en España y Cataluña se extendió a Europa? ¿Qué tiene que ver Europa con todo esto? «Qué follón hay liado…» ¿Entendemos de verdad ese follón? ¿Nos lo han contado bien? ¿O sólo nos han contado una parte obviando que las políticas de Mariano Rajoy tienen un impacto innegable en Europa? Ah, ya, claro, la culpa es de Cataluña. Así, en general, de todos juntos.

Los medios de comunicación y los profesionales de comunicación empiezan a tirar de abogados, juristas y expertos para informarse, porque para informar debemos informarnos nosotros mismos y responder cuestiones que no nos habíamos planteado hasta ahora. ¿155 sí? ¿155 no? ¿De verdad pueden declarar la independencia? Y así… más de un mes, sin saber muy bien qué impacto tiene la Unión Europea en todo esto. Y sigue…

Ah, por cierto, ¿de qué sirvió votar el pasado 2014? Mmmm… no lo recordamos mucho. Pero sí hemos sido testigos de la profunda crisis humanitaria, de la insolidaridad con los refugiados y la nefasta gestión política de Europa. Hemos sido testigos del famoso Brexit y ya hemos leído que la UE está preparando la segunda fase sin masticar ni tragar aún en qué consiste la primera. Hemos sido testigos de las elecciones británicas y de los errores que Theresa May cometió al adelantarse: «Theresa May radicalizó su discurso y su política fuera de liderazgos femeninos, y emitió propuestas políticas que expulsan a un gran porcentaje de la población británica, cada vez más cosmopolita –y que todavía ella no ha comprendido-.  Theresa May ha perdido porque no ha ganado, mientras que Corbyn, afianzando cada vez más las masas y generando una simpatía que nos recuerda al ex candidato americano Bernie Sanders, ha perdido ganando», compartí. También hemos sido testigos de las elecciones en Alemania y de cómo la extrema derecha (AfD) se ha abierto paso en algunas regiones del este del país colocándose como tercera fuerza. Pero, sobre todo, en España hemos vivido dos elecciones (2015 y 2016) con un nuevo escenario político que se abrió en las elecciones europeas de 2014: entraba Podemos con cinco eurodiputados y de manera inesperada siendo la antesala de lo que ocurriría después, pero sin llegar donde ellos querían llegar.

¿Cree Ud. que la situación política actual del país es mejor, igual o peor que hace un año? Peor, dice el 53,2% de los españoles, según el último CIS (octubre 2017). ¿Cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? El paro (37,7%), la independencia de Cataluña (15,6%) y los políticos en general, los partidos y la política (12,3%). Cualquiera de estos datos tendrá impacto en las próximas elecciones, sobre todo porque el gran reto de los candidatos españoles a las elecciones europeas de 2019 es hacerse entender y hacer sentir el impacto de las políticas europeas en nuestras vidas.  El gran reto de Europa, sigue siendo, comunicarse a sí misma.

EXCITAR

Vuelvo a repetir: necesitamos que nos exciten. El liderazgo político actual no existe: no lideran discursos, políticas, no inspiran y carecen de seguidores. Tres años después sigo pensando que «se buscan líderes que emocionen para emocionar, que sientan para hacer sentir, que crean para hacernos creer, que pisen con los pies descalzos donde otros dijeron que caminaron, que piensen para hacernos pensar, que sueñen para hacernos soñar, que participen para hacernos partícipes, que estén preparados para prepararnos». Se trata de emocionar, de estimular sentimientos y pasiones, de provocar entusiasmo y alegría y de producir tal impaciencia que nos impulse a escuchar, a participar, a influir, a votar. Se trata de que nos exciten. Se trata de que estén preparados.

COMUNICAR

Comunicar para hacer política. Europa necesita hacerse entender y comunicarse a sí misma. Pero Europa jamás se va a comunicar a sí misma sin la suma de pequeñas revoluciones individuales que tengan visibilidad y relato, no sólo un eslogan. La comunicación directa de muchos eurodiputados hace estragos. Comparten, pero no conversan; opinan, pero no reflexionan; dicen que hacen, pero no entendemos lo que hacen. Y dejan abiertos perfiles en redes sociales sumando así cementerios de opiniones vacías. «Aquí os dejo el vídeo de mi intervención….». No. Así no. ¿Dónde has intervenido? ¿Qué impacto tiene en mi vida tus palabras, debate, consensos? ¿Qué sientes cuando lo dices?

CONTAR

A veces decir obviedades remueve conciencias. Hacer comunicación, en muchos casos, es simplemente hacer lo obvio. Si Europa enamora es porque nos la contaron y nos la contaron bien. Y, sobre todo, porque nos la humanizaron. No se trata de decir «aquí os dejo muchos temas que son de vuestro interés», o de decírselo a los medios de comunicación, o de colgar un PDF larguísimo que no puedo descargar o cuyos enlaces están rotos. La complejidad de la Unión Europea es de extraordinaria envergadura. Por eso hay que contarla. Siento decir lo obvio, pero lo obvio remueve conciencias cuando se obvia. Humanízala, siéntela, ejemplifícala y, después, cuéntamela. Haz que pase para que todo cambie. Esta vez sí. Que no se pierdan cinco años más.

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LA candidata alemana por los Verdes a presidir la Comisión Europea ofrece un nuevo liderazgo joven y fresco a una Europa que necesita identificarse con sus ciudadanos. Ska Keller destacó en el debate que se celebró el pasado 15 de mayo no sólo por ser la única mujer entre los cinco candidatos, sino también por su comunicación. Sonrisa, ávida de interpelaciones y argumentos que no pasan por los que defendía su rival Guy VerhofstadtControla su comunicación verbal… y la no verbal. Discursos y mensajes que reitera adaptándolo sea cual sea el sector por el que se le pregunte. Utiliza sus manos reiteradas veces haciendo que su mano izquierda sea la que resalte la contundencia en aquello que comunica. Ella dice, su mano izquierda subraya lo que dice. Su sencillez al vestir y al maquillarse también aporta la información necesaria que se lee bajo la personalidad que proyecta. Y… además, Ska Keller no terminó ese debate con sus compañeros cuando mostraron el cartel a favor de #BringBackOurGirls. Ella lo continuó de una manera especial en los pasillos, justo a la entrada del hemiciclo. Los canutazos de los periodistas hacia los candidatos fueron inevitables. Pero Keller estuvo más tiempo. Le dedicó más tiempo. Y acompañada siempre de los suyos que mostraban carteles de su campaña a sus espaldas de tal manera que el tiro de cámara no sólo la grabase a ella y su respuesta, sino los mensajes pilares de su campaña electoral. Esa imagen sostenida en el tiempo tras el debate también marca la diferencia con el resto de sus rivales. Y esa imagen… también es política.

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