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Publicado en BEZ el 26 de Enero de 2016

Creer que se puede alcanzar lo inalcanzable es empezar a romper barreras que se tejen con prejuicios, palabras que te venden sin valor alguno, prohibiciones en el marco de un querer ser y no poder porque te lo impida el vanidoso cuento de lo monetario frente a los sueños que se tiñen imborrables en los corazones de muchas personas. Creer que se puede es el primer paso para convencerse de que será posible. Pero… no todos los pasos suenan de la misma manera bajo el piso. Podemos escuchar tacones en la acera con ritmo, sin gracia y con prisa, zapatillas que cuelgan de un banco y rozan la arena, chanclas en el devenir de un barrio caluroso o la suela de tus pies desnudos trepando las rocas del Pacífico. Y, cada uno de esos pasos, marca la señal de una diferencia y posibilidad económica.

Se celebró el pasado año en octubre la Reunión anual del Grupo Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en Lima, Perú. Y, en esos días, pudimos leer muchos titulares y hacer muchas lecturas de una situación que arrecia evidente. La recesión en Venezuela, el retroceso en Argentina, la caída de la economía en Brasil y la desaceleración en China riegan de incertidumbre el panorama internacional. Y a esto se suma, por ejemplo, una mayor preocupación en Brasil por tres factores principalmente: la incertidumbre política, la falta de confianza de los inversores y el deterioro político que sufre la actual presidenta, Dilma Rousseff. Además, en medio de esta tormenta, hay que añadir el grito que emite una parte de la sociedad en las redes sociales en Brasil. Grupos que nacen en pos de participar para influir. 2016 se presenta con más dudas que certezas.

Sin embargo, los tecnicismos macroeconómicos sobran cuando el foco lo ponen las personas, cuando sobra cualquier reunión que el común de las personas no sienta o perciba en sus vidas, en sus bolsillos, en sus día a día. Los datos y los números dejan de tener sentido y mueren cuando falta un plato de comida en alguna casa de cualquier país del mundo. No se confundan. El enemigo de Latinoamérica no es el precio petróleo. El gran enemigo de los países latinoamericanos –e incluyo a África en este punto- es la pobreza y la desigualdad. Porque si bien es cierto que la clase media ha aumentado, ahora está en riesgo, y los límites de la desigualdad se profundizan. Hay una fina línea entre la pobreza y la miseria. Y la miseria, sigue siendo, la gran tarea pendiente de los países en desarrollo. Aunque muchos países están apostando por políticas que impulsen la igualdad como principio, y la justicia social como motor, se necesita tiempo, mucho tiempo. Y que la cordura y la inteligencia pesen más que la ideología. Es necesario no cometer el error de imponer estrategias de reacción cuando ya es demasiado tarde… Prepararse no es una opción: es la decisión.

Las crisis de barro, paja y miseria, las de casas sin ventanas construidas bajo el lodo, las de puentes de madera a los lados de los ríos que unen comunidades indígenas y que son, al final, lo que todo lo aguantan, las de familias vendiendo fruta en las medianas de las calles más seguras de las ciudades mientras dejan aparcados a sus hijos de un año a un metro del hilo que forman los coches cuando pasan, las de niños de cuatro y cinco años limpiando botas a señores a los que les sobra el nombre y les falta decencia… Esas crisis, que solo es una, y es la nuestra, la de todos, vivamos donde vivamos, son las crisis que hay que afrontar.

En España y en Europa llevamos lidiando con una crisis casi 10 años. Una crisis injusta provocada por los intereses de unos pocos y alimentada por el egoísmo de quienes no sospechábamos que existían y, por consiguiente, de lo que hacían. Una crisis hija de los errores, más que de los aciertos. Una crisis bancaria a golpe de ladrillo que ha expulsado la dignidad de toda una sociedad. Una crisis que siguen peleando nuestros abuelos y nuestros padres, quiénes ya lo hicieran antaño para que nosotros, sus hijos, gozáramos de derechos y calidad de vida. Y que se ha llevado por delante la credibilidad, la confianza, los principios y los valores de lo bello y de lo humano. Los miles de kilómetros de distancia que separan los países en desarrollo de los países desarrollados subrayan los límites de la pobreza y la miseria.

¿De verdad no somos capaces de salir? ¿De verdad no somos capaces de ayudar a quiénes se quedan sin sus casas, pierden sus trabajos y no tienen qué darles de comer a sus hijos? ¿De verdad no somos capaces de mirar más allá de los intereses individuales para empezar a mirar por los intereses colectivos? ¿De verdad no somos capaces de ver la realidad de otras crisis que banalizan hasta la categoría de chiste la nuestra propia? ¿En qué momento, incluso, dejamos que nuestra propia libertad estuviese en crisis? Creer que se puede es el primer paso para convencerse de que será posible. Pero hay que querer para que esos pasos suenen al mismo ritmo, con la misma fuerza y circulen por el mismo camino. La solidaridad no es una opción, y tampoco es una decisión: se trata de humanidad. Nada es inalcanzable para el que sueña. Y querer es el primer paso que lo hará posible. En nuestro mundo faltan palabras llenas de ideas, y sobran ideas vacías de palabras.

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NO cabe duda: este señor nos sorprende cada día. Es abrir la boca y saltan chispas por doquier. Esa es su forma de comunicar. Así como el sistema político que impone, el cual no tiene fin. Una queja ciudadana, una banco que dice NO, un teléfono móvil y una cadena de televisión. Es todo lo que le ha hecho falta para amenazar al BBVA con expropiarlo, no comprarlo porque, tal y como le dijo el presidente, Pedro Rodríguez Serrano, “el banco no está en venta”. A Hugo Chávez le da igual que esté en venta o no existiendo la expropiación y siendo su mano la que impone y otorga. Y así se lo comunicó delante de Venezuela. Y qué mejor manera de imponer y chantajear que en un canal de televisión y frente a los ciudadanos venezolanos para que estos se den cuenta de lo que es capaz de hacer su presidente por ellos: el poder es lo que tiene, mano dura, apaga y vámonos. Problema resuelto.

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Ángela Paloma Martín | Washington DC

TERCER y último día del VI Taller de gerencia política y herramientas de cambio. Hay cinco personas en el escenario. Pero no son solo personas exponiendo de manera módica sus palabras. Son los grupos más representativos e importantes de un país, de cualquier país. El Gobierno, la oposición, los sindicatos (dos personas) y el sector empresarial. Todos ellos defendiendo sus propios intereses, como en la vida real. En este caso se debatía la nacionalización o no de la industria petrolera como fin para el bienestar social. ¿El protagonista? Sin duda el papel de la oposición de la voz de Luis Freites, ese hombre de Santo Domingo que exponía sus ideas, cual actor sin papel, sin pelos en la lengua, como hoy en día hay que hacer. Y como hoy en día les falta a muchos políticos que sí están ahí arriba en el mismo escenario en el que él danza a placer por el soniquete que lo vio nacer.

Sin duda, este ejercicio ficticio, pero real, donde los participantes del Taller han sido los protagonistas por un momento y donde han trabajado conjuntamente, ha sido el preferido y más valioso, porque no sólo se aprende a trabajar, gestionar, gobernar o liderar, también a comunicar y establecer el discurso correcto para un tema controvertido (la nacionalización o no del petróleo) donde el error se puede cometer con tan sólo introducir un sustantivo, verbo o adjetivo poco adecuado, donde la construcción de la oración hay que llevarla a cabo con meticulosa suavidad, originalidad y elegancia para que suene estratégica y positiva, y evite el tono insultante. Así lo hizo Luis Freites.

Pero el último día no ha estado exento de participación con ponentes de calidad:

  • Mary Crannell ha hablado sobre la toma de decisiones políticas y las herramientas predictivas llevadas a un entorno en concreto: Afganistán. Lo más llamativo de su ponencia ha sido cuando ha mencionado que no hay una posición clara en este territorio. No se puede comunicar el éxito en Afganistán claramente porque no existe el éxito. Por tanto, ejercer la comunicación se hace complicado y difuso a la hora de defender un solo argumento. Cerró su ponencia con esta afirmación: “Debemos dejar a los niños manejar los hilos de la política para que hagan de este mundo un mundo mejor. Ellos son el futuro».
  • En la esfera española, sobra presentar a Andoni Aldekoa, él lo hace como “político”. Sabio de información, comunicación y política. Maneja la dirección de la alcaldía de Bilbao con un claro ejemplo de éxito que es ya hoy caso de estudio. Él, entre otras muchas, ha hecho una afirmación obvia pero que a veces se olvida: “la política es una profesión apasionante que requiere mucho sacrificio”. Además, la “acción” tomó protagonismo: afirmó rotundo que, una vez en el Gobierno, no nos podemos pasar cuatro años pensando, planificando: “Hay que dejar en algún momento de planificar para ejecutar”.
  • Y por último, John Magdaleno y Jose Luis Ramírez han explicado los casos de Venezuela y Colombia respectivamente. La oposición, la autoridad y el miedo, se pusieron de manifiesto en el discurso de Magdaleno, así como la estrategia constante que sigue Chávez a la hora de gobernar. Por su parte, Ramírez dejó caer sobra la mesa dos cosas principalmente: (i) la tan cuestionada estrategia online de Mockus en las últimas elecciones, donde el número de fans en Facebook se confundieron con la cantidad de votos en mesa; (ii) y el noviazgo aparente entre Uribe y Santos. Así finalizó su presentación: “Santos puede hacer un mejor gobierno que Álvaro Uribe, pero sin los mismos niveles de popularidad”.
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