Sigo planteándome ese diferencial existente entre las personas urbanitas y aquellas de los pequeños pueblos. Preguntando a las personas, es evidente que, una vez terminada su jornada laboral, se van al bar a compartir una copita o una cervecita o, simplemente, regresan al descanso de sus casas empleando como mayor medio de entretenimiento la televisión.
Aún, el placer de leer no se ha fomentado todo lo que se debería. A pesar de las diversas ferias que se celebran y a pesar de que el número de lectores va aumentando de manera considerable. No obstante, ¿leemos poco? Está claro que, en el metro, la lectura es el modo más utilizado por los viajeros, no sólo de entretenimiento sino también como modo aprendizaje: un método que aumenta nuestras ansias de curiosidad y que responde diversas cuestiones metodológicas que plantea nuestro intelecto y conocimiento. Pero el metro no existe en todas las ciudades…
Leer es un placer, navegar entre las páginas de un libro, de una novela o de un ensayo… Sumergirse en el argumento y formar parte de él, conocer a los protagonistas e incluso ser partícipes de sus vidas y sus aventuras… Ser testigo fiel de esas palabras que, en nuestra memoria, se transforma en ideas imaginativas y visuales al mismo tiempo que buscamos en cada resquicio de cada signo ortográfico, la relación con ese compendio literario…
Insisto, leer es un placer…