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Publicado en El País, blog Mujeres, el 14 de octubre de 2014 como «Lo que comunica Malala»

Un blog. Comunicar para muchos puede ser tan sólo una palabra, para otros un verbo que implica una gran profesión, para otros una oportunidad apenas sin merecerla. Esa es la verdad. Sin embargo, parece que en el caso de la paquistaní Malala Yousafzai es un don además de ser el único clavo ardiendo al que tuvo que agarrarse cuando todo empezó a torcerse, el único clavo al que agarrarse como método de protesta y dar a conocer fuera de las fronteras de un colegio o un autobús escolar lo que ocurría en su país y lo que les ocurría a mujeres, niños… bajo las zarpas talibanes. Con tan sólo 11 años, abrió un blog en la BBC y escribía en urdu, y lo hizo en el momento de máxima tensión en su país arropada tan sólo por la sombra del terrorUna bala quiso destrozarle el habla y la sonrisa, dos elementos imprescindibles para la comunicación, pero no lo permitió. Hoy su voz se oye más que nunca y su sonrisa es capaz de contagiar a un mundo con sed de paz y justicia.

Bastón inspirador. Malala es mujer, sí, y viene de un país que es Paquistán. Una mujer niña, porque en algún resquicio tiene que quedar algo de la niña que un día fue. Pero, ¿saben? Tuvo y sigue teniendo un gran apoyo. Y un apoyo masculino: su padre, compañero de viaje, de lucha, compañero de causa justa. Su padre inspirador, como ella lo llama. Su padre el sostén, el mismo que creyó que una niña podría cambiar el rumo de la historia de su país o que podría ser escuchada a través de las balas que atormentan a un pueblo. Su padre creyó en su palabra, en el volumen que podía alcanzar su voz.

Un libro. Y soñar también es parte de la comunicación. Y Malala soñaba, deseaba ser vampira cuando leía Crepúsculo. Crepúsculo, un libro como recurso para imaginarnos qué quería ser Malala. Y, después, ella misma dio nacimiento a un libro para contar su historia: “Yo soy Malala”. Pero aunque la imaginemos siendo una vampira, sabemos que quiere ser política, ahora sí, ahora cuando ya no puede dar un paso atrás y ha quedado atrapada en la red de la responsabilidad. Porque sabe que lo que se puede llegar a pensar, se puede hacer. Y ese hacer conlleva cambios inimaginables.

Un sueño y un mensaje. Pero ella no sólo quiere ser política. Le ha revelado a la gran Rosa Montero que quiere ser líder social. Ella entiende con esta afirmación que los políticos de hoy quizás hayan olvidado ser líderes sociales. O quizás tan sólo sea que Malala entienda que un político es gestor y sólo gestor. Pero con su contundencia está haciendo también un reclamo: políticos del hoy y del mañana, hay que ser líderes sociales, ¿qué si no es un político? Malala os da tres ideas para ser líderes sociales (o mejores políticos): i) haced que la educación sea la base del cambio. Educación como arquetipo de todas las desigualdades posibles, de un paso más en la cultura de una nueva actitud. Los parches no sirven para apostar por la desigualdad. Los parches son, al fin y al cabo, el objeto de tapadera ante cualquier problema que no se sabe o no se quiere resolver. ii) El verdadero poder está en la educación y el conocimiento, el verdadero poder es aquel que encierra un lápiz y un libro, dice Malala. Y, por último, iii) ella emplearía como escudo la unidad del pueblo.

Un discurso. Aquel 12 de julio de 2013, cuando pronunció su discurso en las Naciones Unidas, Malala no tenía el mejor escenario, o no era el mejor para una niña. Tras de sí, los dibujos infantiles, los parques y los niños desaparecieron para dar lugar a una colección de corbatas desconocidas para ella. Aquel no era el lugar para una niña, pero sí era el lugar en el que ella debía estar. Ese día, sí. Sus palabras son balas de paz llenas de mensajes que movilizan, una activista que da la vida perdonando a quienes la dispararon en pos de una causa: la educación para las mujeres, para los niños, para todos como motor del cambio. Apenas lee, se dirige a su audiencia a los ojos, los mira a los ojos, desde sus ojos, para sus ojos, desde aquel en el que le dispararon. Para ella lo importante es su audiencia, mirar a su audiencia, conectar con ella, que sientan lo que ella siente. Su voz es contundente, cada frase es corta y clara. No da lugar a dudas. Y sus manos acompañan y subrayan cada mensaje de una manera tan natural que es imposible no seguir con la mirada el ritmo de sus gestos.

Malala puede ser lo que quiera ser porque no interpreta, siente. No dice, reclama. No sólo comunica, alza su voz al mundo. Malala se ha convertido en la persona más joven con un premio Nobel de la Paz a sus 17 años porque desde su niñez comprendió el poder del activismo, el poder de la palabra y el de la comunicación. Porque nos transmite su convicción de que un grupo de personas comprometidas puede cambiar el mundo.

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Publicado en El País, blog Mujeres, el 20 de junio de 2013

Tecleamos las palabras Michelle Obama. Una primera búsqueda en Google y… ahí está. Discursos que no quiere que interrumpan, una mujer sin tiempo para la primera dama chinasu biografía, su perfil en Twitter, su perfil en Pinterest… En definitiva, una mujer posicionada en la red y posicionada en La Casa Blanca en un lugar estratégico. No paran de sucederse las noticias sobre ella, ni los comentarios. Es protagonista casi diaria en todos los medios de comunicación del mundo. Adopta un papel casi único con respecto a otras mujeres de presidentes.

Pero Michelle Obama es especial. De eso no hay duda. Lo demostró en la primera campaña electoral del 2008, y lo volvió a demostrar en la última del 2012. Ella tiene madera de líder y como tal lo ejerce de la manera más estratégica. Si bien no siempre acierta, Michelle es más que una primera dama. Es la clave de sol del pentagrama Obama. Ella es un símbolo que representa, que estiliza. Representa los sonidos más agudos de La Casa Blanca. Es la “clave” del presidente, el sol siempre presente.

Ella es… diferente a otras damas. Y está marcando tendencia entre el rol que éstas deben tener. Mujer, esposa y madre. Pero también presente en aquellos temas relacionados con la presidencia y que requieren de una atención “diferente”, “aguda”. Otro empoderameinto. Comparar a Michelle Obama con otras mujeres de otros presidentes sería un error. Y su presencia en los medios también. Porque su papel es único y ha ido evolucionando al tiempo que la política de su marido. Y su papel en la comunicación estratégica también. Cada salida está medida. Cada sonrisa. Pero, ojo, al igual que su mujer, Barack Obama también es un símbolo. Es esa melodía del pentagrama que ningún presidente posterior sabrá representar.

Las últimas noticias que han publicado los medios de comunicación con respecto a la esposa del presidente de los Estados Unidos no han sido música agradable. Pero criticar a Michelle Obama por sus errores, por sus tropiezos en escena y por su quizás demasiado empleo del «puesto» que ocupa, no servirá de nada. Analizar el pentagrama Obama sí servirá. Michelle, la clave de sol, ya marcó la nota de la representación al entrar en La Casa Blanca. Una nota que seguimos todos con atención. Sólo depende de ella que suene bien… que sea sublime.

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Publicado en El País, blog Mujeres, el 05 de abril de 2013

Cristina

Tan sólo era cuestión de tiempo el que la hija pequeña del rey también estuviese implicada en el caso Nóos. Cuestión de tiempo. Y esto implica un hecho histórico real porque nunca nadie antes de la realeza había estado imputado por un caso de corrupción. Y mujer. Esto parece indicar que aquella afirmación que hizo el rey Juan Carlos las pasadas navidades de que “la justicia es igual para todos” ¿podría ser cierta? Aunque él se refiriese de manera indirecta a su yerno, al parecer, a su hija, también se le puede aplicar. Pero no, la justicia no es igual para todos.

Lejos quedarán aquellas imágenes de la infanta Cristina donde veía jugar a Iñaki Urdangarín cuando éste era jugador de balonmano. Unas imágenes sencillas y sinceras como cualquier pareja de enamorados. Años más tarde, la rebeldía de un marido dedicado a otros quehaceres fuera del deporte, y su implicación, le traerían a Cristina unas consecuencias ligadas a la justicia. Porque tan sólo era cuestión de tiempo el que la infanta tuviese alguna relación. Es imposible que las esposas de aquellos que presuntamente cometen algún delito no tengan absolutamente nada que ver o desconozcan absolutamente todo. Como Ana Mato.

Burlar a la justicia cuando se es mujer e hija del rey de España puede ser fácil. O esa es la impresión que puede causar. De ahí que la Casa Real muestre su sorpresa. ¿Mi hija? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¡De eso nada! El comunicado real ha sido el primer ataque del Don Juan Carlos. Un rey que a lo largo de los últimos meses ha perdido reputación, credibilidad y sostenibilidad en un Estado que de por sí ya tiene una gran crisis. Ahora, se acumula otra más. La Casa Real se ha mantenido firme a una estrategia de comunicación dedicada a “apartar” tanto a Urdangarín como a la infanta de los actos oficiales. Pero ese “apartar” tiene la consecuencia de ir “acumulando” curiosidades y por tanto dudas al no ser respondidas.

La presión que ha ejercido el ex socio de Urdangarín ha llevado por fin a que el juez tome una decisión firme: intentar esclarecer si la infanta tomó partido en las actividades del Instituto Nóos. El próximo 27 de abril, fecha fijada para la comparecencia, la hija menor de rey hará historia al presentarse a los juzgados de Palma de Mallorca. ¿Moverá esta vez ficha el rey Juan Carlos o se apartará también del tema?

 

Imagen de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en 1999, por Julián Martín (Efe) 

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