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Diario de campaña. Día 5: El debate

Publicado en BEZ el 8 de Diciembre de 2015

Quizás pocos recuerden el debate cara a cara entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba que se celebró un día 7 también, pero el de noviembre de 2011. A ese debate Rajoy fue, a pesar de que pocos querían que fuera, como me contó Manuel Campo Vidal para la redacción del libro “Se llamaba Alfredo…”: “Rajoy aceptó el debate sin necesitarlo, y aceptó el debate en contra de la opinión de algunos de sus colaboradores que le decían “no corras ese riesgo porque te va a aportar poco y, en todo caso, quizá te aporte en negativo”. ¿Han sido los mismos asesores que le han dicho que a este debate no fuera? Nos ha sorprendido algo que no debería, porque es algo natural en el comportamiento de nuestro presidente del Gobierno: seguir huyendo de la realidad que lo acontece. Él sigue gobernando para una sociedad que poco tiene que ver con la que describe. Y lidera una “España en serio” sin seriedad. En aquel 7 de noviembre, Rajoy llamaba, a Rubalcaba, Rodríguez Zapatero, y todo el mundo dudó de si la equivocación fue estratégica. Pero Rajoy se equivoca tantas veces… que también se dudó de que lo fuese. Rubalcaba es y ha sido siempre un muy buen orador, pero su estrategia de posicionar a Mariano como presidente para advertir de lo que se vendría encima, no resultó. Muchos creen que Rubalcaba no perdió y perdió al mismo tiempo ese debate. ¿Por qué? Porque no lo ganó.

Y en este 7 de diciembre… ¿qué hemos visto? Un debate único celebrado en Atresmedia, moderado por Vicente Vallés y Ana Pastor, y protagonizado por tres candidatos: Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera; y una sustituta en el lugar de Mariano Rajoy: Soraya Sáenz de Santamaría. ¿Qué gana Mariano con esta decisión? Tiempo, sólo gana tiempo. Tiempo para pensar, para no sumar más errores, para reflexionar en el paso de la siguiente jugada. Pero… cuando es otra persona la que tiene que dar la cara por sus errores, deja más en evidencia que nunca su debilidad y muestra mejor que nunca una flojera en su liderazgo.

Un debate con unas normas especiales donde se ha innovado en espacios, presentación, orden y tiempo. Han prevalecido los datos en todas las intervenciones, algo que no funciona si no se es capaz de ilustrar con palabras para que, quienes los escuchamos, seamos capaces de entender e imaginar el impacto en nuestras vidas de las cifras que mencionan. Han prevalecido también demasiadas alusiones al pasado y a la herencia, sobre todo por parte del PP, para justificar las decisiones que han tomado en esta legislatura. Pero no hay justificación que valga cuando todo el mundo comprendía, sabía y vivía la situación en la que se encontraba el país. El PP se ha negado a sí mismo cada día.

A pesar de que Rivera quiere bailar sólo, o eso dice, la comunicación no verbal de vez en cuando le ha jugado una mala pasada, ya que se veía afirmando en más de una ocasión con la cabeza mientras Soraya exponía. Ilustrativo gesto. Mientras Soraya se muestra a lo largo del debate en general quieta, estática, inmóvil, recta y firme, resulta ser poco seria, entrando en colisión con el propio eslogan de su partido –España en serio-, puesto que mientras Pedro hablaba, ella se sonreía. El recurso “déjame hablar que yo no te he interrumpido”, ha sobrado en más de una ocasión. Por mucho que se ruja, si no se es león o leona, de poco sirve.

En general, ha habido un gran ímpetu por parte de Sánchez, Iglesias y Rivera de desbancar los argumentos del PP, criticar las decisiones del Gobierno y mostrar las propuestas de sus partidos como valor diferencial. Soraya ha sabido jugar bien las cartas de los marcos mentales: crisis versus recuperación, desempleo versus empleo. Algo que también ha empleado Rivera en el minuto final: ilusión versus miedo, esperanza versus resignación. Y algo que también sabe utilizar bien Iglesias: los de abajo frente a los de arriba.

Rivera ha pretendido salir reforzado apoyándose de las encuestas que nos desayunamos cada día, pero veremos si google no le juega una mala pasada. Y llama la atención cuando etiqueta a sus contrincantes con la “vieja política” y la “vieja izquierda”. Lo cierto es que cuando uno quiere gobernar, gobierna para todos, le voten o no le voten. Y la gente que vota izquierda, que se identifica con PSOE, Podemos, IU… no reconoce en absoluto que su dignidad o sus derechos hayan quedado viejos u obsoletos. Ojo con eso.

Pedro Sánchez ha querido desmarcarse con las propuestas de su programa, e Iglesias ha estado bien cuando, en vez de pactos, ha hablado de acuerdos. Y, por mucha responsabilidad compartida que nos muestre Soraya entre el presidente y su equipo, lo cierto es que ha pintado una realidad que pocos españoles sienten. Algo que ha quedado claro en todos a lo largo del debate, es que les ha faltado exponer la suficiente narrativa como para construir el imaginario de las frases que protagonizan sus carteles electorales.

El minuto final de Pedro Sánchez ha estado protagonizado por el concepto de “cadena de solidaridad” construida, que ha sido la que se ha vivido muchos años en España, y por el “cambio”, con el objetivo de desbancar a la derecha. Llama al voto útil para traer el cambio a España, para que Rajoy no siga con un plan que todo conocen. Soraya apela a la España de 2020 mostrando el camino que cree correcto. Pero… lamentablemente, muestra una España que no se siente, o que pocos viven. Albert Rivera habla de esperanza e ilusión con el objetivo de llamar la atención de aquel voto descontento con el PSOE -sí, también- pero sobre todo descontento con el PP y nada representado por la era Mariano. E Iglesias ha protagonizado un minuto final emotivo y ajustado a la realidad con la que se levanta la gente cada mañana. Ha pedido a la audiencia dos cosas claras y fáciles de recordar: que no olviden –la corrupción, principalmente-, y que sonrían –al 15M y a la gente que se moviliza pidiendo justicia-.

Este debate, dicen decisivo, no lo ha sido. Los protagonistas siguen siendo ese más del 40% de indecisos de las encuestas que tanto se han mencionado. A estos se les ha llamado a votar aunque no hayan sido nombrados. En la era de la política móvil, el discurso social puede que sea el que más influencia tenga. Las opiniones se mueven constantemente a través de varios formatos y canales. Fluyen. Más aún con tanta oferta electoral donde los cambios estructurales muestran los cambios a los que se está dispuesto a llegar. Y no hay debate decisivo cuando el electorado es móvil. Más móvil que nunca.

DIARIO DE CAMPAÑA

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Publicado en Sesión De Control (30 de mayo de 2013)

Conceptos como ‘democracia líquida’ o ‘inteligencia colectiva’ empiezan a cobrar peso ante unos líderes perdidos y una ciudadanía apremiante. El cambio se articula en la Red.

La democracia está enredada. O más bien una circunstancia extrema y una gestión inadecuada, protagonizada por líderes perdidos, ha hecho que sea así. Ante tal situación, brotan movimientos cuya actuación invita a preguntarse una y otra vez si necesita un cambio el sistema. Curiosamente, muchos de los actores protagonistas por no decir todos, son hijos de la crisis. No nacen del seno de los partidos políticos. Y los partidos, en España, siguen perdidos intentando buscar la forma de encontrarse a sí mismos.

A partir de aquí surgen otras formas de debate, otras formas de participación, otras ideas políticas para hacer las cosas de una manera diferente. Más participativa, más democrática, más… en Red. Empiezan a aparecer nuevos conceptos para hacer cosas diferentes. Y, cómo no, empiezan a vislumbrarse nuevos discursos formados por otras palabras que no son las tradicionales y “mitineras”.

Democracia líquida

No son pocos los que ya han empezado a emplear este concepto. Curiosamente nace de los más jóvenes. Pero… ¿y qué es? En resumidas cuentas, y tal y como describe esta web, la democracia líquida es aquella democracia directa con delegación de voto. Es decir, el ciudadano es libre de implicarse en política y en el grado en el quiera.

Aquellos que prefieren mirar para otro lado tienen la opción de delegar el voto en otra persona que sí quiere participar de manera directa. Hablamos, en este sentido, de un parlamento virtual y de participación sin esperar cuatro años para cambiar de representante.

El que era presidente del Partido de InternetHéctor Pérez, ya dijo en su día que tenía por vocación “crear y mejorar las cosas”. No hablaba de liderazgos, hablaba de creer en lainteligencia colectiva. Este partido nació con esa intención, ser una herramienta cuyo objetivo sea trasladar las decisiones del Parlamento Virtual al Parlamento físico y real.

Democracia en Red

La democracia en Red requiere de otros discursos, y por tanto de otros formatos y otras formas de hacer las cosas. En este sentido, ya se ha empezado a trabajar partiendo de ideas colectivas y compartiéndolas con otras personas en talleres y en laboratorios, como en el de MediaLab Prado. Esta democracia en Red no sería posible sin internet y sin el surgimiento de las TICs. Con todo ello, nacen herramientas que hacen posible cosas que hasta el momento no imaginábamos.

Un ejemplo es Agora Voting, donde podemos experimentar los principios básicos de la democracia líquida. Voto tradicional, toma de decisiones, delegación de voto y discusiones sobre temas en concreto. Otro ejemplo es Loomio, foro de debate a un nivel menor (alrededor de cien personas aproximadamente), como por ejemplo agrupaciones de partidos políticos o simplemente grupos de personas con intereses comunes que debaten una misma cuestión. Hablamos de asambleas de la calle que se convierten en asambleas de la Red cuyo objetivo final es el consenso.

En el caso de Agora, la gran diferencia se refiere al voto y la delegación de voto por niveles de representatividad y participación, o no. Por otro lado, para la redacción de propuestas, ya se habla de Wikis para hacer trabajos colaborativos de manera estable, Pads, para trabajar colectivamente pero de manera dinámica y GitHub para la modificación de versiones y participaciones ya iniciadas o fusión de versiones de unos usuarios con otros.

Más democracia

Además de las herramientas para empezar a cambiar las formas y los fondos, surgen iniciativas con objetivos claros para influir en determinados aspectos concretos en política. Ese es al caso del Foro +Democracia (@mas_demo). Su discurso es el cambio, su intención el consenso y su ilusión la mejora. Su descripción puede resultar utópica, pero, ojo, van en serio: se trata de una iniciativa ciudadana impulsada por personas como Jordi Sevilla o Josep PiquéAntoni Gutiérrez-Rubí o Adela CortinaJoan Navarro o Rafa Rubio, pero hay muchos promotores más que se han sumado y se van sumando en este tren para un viaje, a priori, sin fin.

Su primer destino es reformar la Ley de Partidos. El siguiente… ya veremos. El viernes 24 de mayo decidieron explicar a los medios qué era y qué intenciones tenían. Y lo presentaron en La Central, lugar también intencionado con una doble lectura.

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