De Cerca
La pérdida de las buenas prácticas
ESTE fin de semana leí una entrevista en estilo indirecto que me conmovió bastante. Está publicada en una revista de un sector especializado para las pequeñas y medianas empresas (PYMES).
Cualquier buen periodista conoce (o debería conocer) su código ético y deontológico y saber que no se puede mentir. Fui testigo de esa entrevista concedida las navidades pasadas; pero recién horneada hace escasos días. La periodista le hacía preguntas razonables y fáciles de contestar y el entrevistado estaba entusiasmado de contestarlas pues era la primera vez que una profesional iba a su casa con el fin de publicarle un texto dedicado a su trabajo.
El sensacionalismo primó desde el primer párrafo. Ya incluso en el lead la primera mentira se hallaba. Y cualquier persona que conociese a ese buen hombre se hubiese sentido indignada al leer las palabras de esa entrevista mal redactada y con malas intenciones.
Por pura naturalidad, había emoción en la historia que contar. Sin embargo, la periodista en cuestión quiso posicionarla en un grado que rozaba la ficción y lo irreal. En una historia emotiva mezcló la mentira con el tiempo para que todo diese la vuelta y si había alguna lágrima que derramar, mejor que fuesen dos.
Escribo estas palabras porque me sentí indignada. Porque el periodismo va mucho más allá de la imaginación y de la novela barata y porque las buenas prácticas periodísticas no deberían abandonarse nunca. Desde mi punto de vista, deberían recordarlas a diario aquellos que dicen ser profesionales y que ejercen la labor desde la sumisión y la frustración.
Si la relación periodista-fuente está basada en la confianza, en este caso se perdió, o quizás no se encontró nunca…
Como bien escribió el reportero polaco Ryszard Kapuscinski, “los cínicos no sirven para este oficio”…
Trackbacks for this post