De Cerca

Presidente, no amenace: escuche

HAY titulares que se entienden, otros que asustan, otros que informan, otros los hay que sorprenden, y otros que apelan. Y cuando ya se nos van acabando las tipologías de titulares que los periodistas van trazando con la pluma digital según les viene lo que ha de escribirse, aparecen los declarativos que transmiten amenaza.

El pasado domingo leíamos un titular en el periódico El País que nos sorprendió: Rajoy a los que protestan: “Cada viernes, reformas; y el que viene, también”. A decir verdad, lejos queda ya la sorpresa porque, cada viernes, miles y miles de ciudadanos esperamos con los ojos abiertos y los oídos bien atentos como quién espera un golpe más después de una larga paliza. Como dice Juanjo López, «cada viernes con Rajoy, es Viernes de Dolores«.

¿Siguen entendiendo los políticos a la ciudadanía? Esa es la cuestión que se plantea después del 20N y tras unos resultados históricos fruto del tan ansiado cambio. Ahora bien, después de más de 100 días de Gobierno, la sociedad española está profundamente desanimada y desconfiada. La estampida de recortes le va pisando los talones a quienes menos tienen y, cada viernes, un hachazo más ahoga el ánimo para seguir corriendo. No se animan los mercados, tampoco la confianza europea. Vivimos en una crisis monárquica empezando por el cabeza de familia… Y nuestras empresas sufren los reveses de países que están aprovechando la debilidad española para darle el tiro de gracia.

Y en todo ese puré y con la gente en la calle, llega Marano Rajoy para amenazar: “Cada viernes, reformas; y el que viene, también”. Una amenaza que lleva implícita la palabra recorte aunque no se mencione, que lleva implícita la palabra IVA, aunque no se mencione y que lleva implícita el desempleo aunque tampoco se mencione.

La sociedad está latente, viva, hablando y pidiendo, casi suplicando. Ese afán de supervivencia es el mayor activo con el juega este Gobierno. Sólo un consejo, un consejo que es consecuencia del éxito en comunicación: aprendamos a escucharla. A España le iría mucho mejor. Y al Gobierno, también.

De modo que… Presidente, no amenace: escúcheles.